viernes, 26 de febrero de 2016

El personaje de Febrero: Guy Montag

Este mes me he retrasado bastante para publicar, he empezado un nuevo curso y estoy bastante ocupada estudiando, apenas tengo tiempo para escribir. Pero bueno, al lío que ya casi ha acabado febrero y yo he pospuesto demasiado la publicación del personaje del mes. Aunque hacía ya mucho que había decidido que fuese Guy Montag de Fahrenheit 451.

Guy Montag

El protagonista creado por Ray Bradbury es, a mi parecer, uno de los personajes masculinos más buenos que he leído. En el libro se indica que tiene treinta años y lleva diez trabajando como bombero en ese futuro distópico del que he hablado en las reseñas del libro y la película. En este puesto de trabajo ya sabéis que se encarga de quemar libros. En el libro se indica que tiene el pelo oscuro, como la mayoría de sus compañeros, aunque en la película es rubio. Físicamente se da a entender que es alto y fuerte, aunque tampoco hay una descripción exhaustiva de este personaje. Al igual que pasaba el mes pasado, el autor da mucha más importancia al aspecto más psicológico del protagonista de su obra.

La única familia que se conoce es su mujer Myldred (por alguna razón Linda en la película). Con la que vive, no se acuerda desde hace cuanto tiempo. Al principio del libro tanto él como su esposa viven sumidos en la supuesta felicidad que otorga esa sociedad. Aunque por la mitad del libro descubres que la curiosidad siempre ha estado presente en este personaje.

Él vive intentando no cuestionarse nada sobre su vida ni nada de lo que le rodea. Hasta que como sabéis, conoce a Clarisse. Una simple pregunta lleva al protagonista a despertar ese espíritu curioso que estaba dentro de él. Comienza a cuestionarlo todo, su vida, su trabajo, su relación con Myldred. Hay un pasaje que a mí me impresionó mucho, es durante este periodo de evolución y en el que Montag se da cuenta de que si su mujer muriese no sentiría pena. Y ese hecho a su vez le pareció triste que se echó a llorar, pero ella al verlo no hizo nada, solo le miró extrañada como si no entendiese nada de lo que estaba pasándole. En ese momento a mi me pareció que era un personaje muy bien creado y totalmente humano. No es muy común en la literatura que un personaje masculino exteriorice de ese modo la tristeza.

Un tiempo después otro impactante acontecimiento vuelve a dar un giro brusco en su vida, presenció como alguien estaba dispuesto a morir por sus libros. Lo que le despertó aun más la curiosidad y el querer saber que era lo que escondían esos papeles. En este mismo pasaje su jefe le da un amenazante mensaje lo que aún le hace abrir más los ojos acerca de lo que está sucediendo. Decidir entre saber la verdad o ser feliz en la más absoluta ignorancia. Aunque la verdad es que no le dejan elegir finalmente.

Finalmente consigue el valor para querer cambiar algo en ese mundo, o por lo menos intentar comprenderlo de algún modo mejor. Montag a lo largo del libro demuestra muchas facetas desde un tremendo valor, a un pesimismo desesperado, desde una tremenda testarudez hasta sentimientos profundos y humanos como la tristeza o el miedo. Además el autor tiene, para mi gusto, una gran habilidad para describir sentimientos y las sensaciones que vive el personaje, lo que hace que la sensación de lectura sea real y adictiva. En muy pocas páginas Bradbury consigue desmontar al arquetipo de personaje masculino hasta hacerlo un ser humano completo y redondo.



 “Hoy empezaremos a andar y a ver mundo, y a observar como la gente anda por ahí y habla, el verdadero aspecto que tiene. Quiero verlo todo. Y aunque nada de ello sea yo cuando entren, al cabo de un tiempo, todo se reunirá en mi interior, y será yo. Fíjate en el mundo, Dios mío, Dios mío. Fíjate en ese mundo, fuera de mi, mas allá de mi rostro, y el único medio de tocarlo verdaderamente es ponerlo allí donde por fin sea yo, donde estén la sangre, donde recorra mi cuerpo cien mil veces al día. Me apoderare de ella de manera que nunca podrá escapar. Algún día, me aferrare con fuerza al mundo. Ahora tengo un dedo apoyado en el, es un principio.


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