lunes, 18 de enero de 2016

El personaje de Enero

Desde el principio de este blog quise hacer una sección llamada “El personaje del mes”. Pero durante todo diciembre no sabía cuando hacerlo. ¿Y que mejor momento que en el primer “mesario” de La Lectora Lenta? Ya tenía el día pero una duda me asaltaba. ¿Qué era mejor escribir sobre un personaje de un libro del que ya he reseñado o uno de alguno que todavía no? Todo al que pregunté me dijo que era mejor uno al que conocieran mis pequeños lectores… Así que aquí tenéis a mi amigo Andrés Hurtado al que ya conocéis un poco.

Andrés Hurtado Iturrioz

Como ya sabéis es el protagonista de El árbol de la ciencia de Pío Baroja. Como ya dije en la reseña del libro es uno de los personajes más completitos que he tenido el gusto de leer, por eso le he elegido. Ahora vamos a ver cuánto jugo se le puede sacar a este personaje.

Andrés es un joven que debe de tener alrededor de 20 años, aunque dentro del libro pasan varios años, en los primeros capítulos debe tener 18 y al acabar cerca de 25, según mis cálculos. A penas se le describe físicamente, en algún momento se menciona que tiene el pelo oscuro y que es pálido y delgado, pero poco más se sabe de cómo es externamente. El autor le da mucha más importancia a la profundidad psicológica de su protagonista que a la descripción, de hecho creo que es el personaje del que menos detalles fisiológicos da en comparación con los demás.

Es el cuarto de cinco hermanos en una familia bastante acomodada. La vida en la casa de los Hurtado está llena de discusiones por casi cualquier tema. Sobre todo por los encontronazos Andrés con su padre, discusiones que simbolizan una España clásica, de derechas y bélica, representada por el padre, Pedro, y la España joven, idealista y que cree en una igualdad de clases, para la época muy revolucionaria, representada en el protagonista.

El resto de la familia de Andrés está representada por sus cuatro hermanos, de mayor a menor Alejandro, Margarita, Pedro y Luisito. Por el primero expresa verbalmente bastante desprecio mientras que los tres menores si le despiertan cariño, especialmente Luisito, por el que se desvive. Este amor por su hermano también está basado en el que sentía el propio Pío Baroja por el suyo, al cual perdió tras una enfermedad. La madre de la familia, Fermina Iturrioz, murió. Según el libro Andrés se sentía muy unido a ella, por lo que cuando murió siendo este un adolescente le dejó un vacío y una inclinación a la tristeza.

Es un hombre pesimista, depresivo y solitario. Intelectualmente es muy inquieto y siente curiosidad por todo lo que le rodea, siempre está dispuesto a querer aprender algo nuevo. No le gusta la sociedad en la que vive y en medida de lo posible siempre evita relacionarse con los demás, en la mayor parte de los casos es incapaz de ver cosas buenas en la mayoría de la gente. Prefiere pasar tardes enteras leyendo o simplemente mirando por la ventana reflexionando sobre la gente que ve desde ella.

Aunque no le gusta relacionarse con la gente, normalmente siempre acaba rodeado de personas, normalmente bastante desagradables. Siempre está junto a un par de compañeros con los que no le gusta estar, pero nadie puede estar eternamente solo. Con quien sí que le gusta pasar largos ratos es con su tío Iturrioz, con el que comparte estudios y su gran afición por la filosofía. Aunque en muchas ocasiones tienen opiniones opuestas.

Sentimentalmente este personaje tiene una evolución bastante notoria. Al principio del libro conoce a Lamela, un estudiante bastante mayor que él que vive enamorado de una mujer. Andrés escucha sus aventuras amorosas con ella y al verla comprende que la tiene demasiado idealizada. En esta parte del libro no entiende como el amor vuelve ciega a las personas. Al final del libro a él le pasa exactamente esto. Pero nunca acaba de abandonar ese pesimismo que arrastra durante todo el libro.

Bueno, creo que si cuento más que esto sería destripar demasiado el libro. ¡Así que si queréis saber más habrá que leerse el libro!

“Uno tiene la angustia, la desesperación de no saber qué hacer con la vida, de no tener un plan, de encontrarse perdido, sin brújula, sin luz a dónde dirigirse. ¿Qué se hace con la vida? ¿Qué dirección se le da? Si la vida fuera tan fuerte que le arrastrara a uno, el pensar sería una maravilla, algo como para el caminante detenerse y sentarse a la sombra de un árbol, algo como penetrar en un oasis de paz; pero la vida es estúpida, sin emociones, sin accidentes, al menos aquí, y creo que en todas partes, y el pensamiento se llena de terrores como compensación a la esterilidad emocional de la existencia"

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